miércoles, 13 de julio de 2011

La Universidad Autónoma del Estado de México y el peyote para practicar la agujología

Por estas tierras existen unos estudios universitarios singulares en los que cabe de todo: la licenciatura en antropología. Y no, paisanos, no es esa antropología de contenidos relacionados con cráneos, huesos o marcadores genéticos. Se trata de la otra antropología, la antropología social o etnografía.

La etnografía es un estudio serio de las distintas culturas del ser humano. No es cosa baladí. Pero con frecuencia, por estos lares, viene aderazada con una suerte de conocimientos pseudoalternativos-mágicos-indigenistas para mear y no echar gota.

Este post podría estar perfectamente en La lista de la vergüenza de Fernando Frias. En todos los sitios cuecen habas (y aquí las hierven a espuertas).

 La ilustrísima Universidad Autónoma del Estado de México, desde su facultad de antropología (social, claro), ha realizado, no uno, sino tres cursos de supercherías, más dos conferencias sobre el peyote. Uno de ellos sobre agujología y moxibustión. Ya sabemos lo que es la agujología: nada. La moxibustión viene a ser como la acupuntura pero más a lo sado: aplicando la raiz de una planta prensada y quemándose en las zonas esas por la que corre una energía que nadie ha sido capaz de detectar. La auriculoterapia u orejología viene a ser más de lo mismo: aplicar cualquiera de las innumerables estupideces que hay por el mundo tradicional-milenario oriental en las orejas, que tienen cantidad de meridianos y puntos con energías acojonantes para curarte un riñón, el hígado o la onicomicosis. Esta última me recuerda a aquel personaje de la televisión patria que te tostaba la oreja con un soldador de cobre; de esos que se utilizan para los circuitos eléctricos.

También han hecho un curso sobre herbolaria. Aunque la herboristería fue en un principio la base de la farmacia actual; aunque los principios activos de las plantitas que te curan un dolor de cabeza están identificados; antes que arrancar un trozo de corteza de un ejemplar del género Salix, y hervirla para luego tomarme 5 litros de infusión, prefiero apretarme dos comprimidos del principio activo concentrado en una aspirina.

Lo de las charlas del peyote me pregunto si había que ir puesto para entenderlas; o si los organizadores suministraban las dosis o si se las tenía que conseguir uno con el chamán.

A lo mejor me estoy equivocando y solo se trataba de dar una visión sobre la historia y la influencia cultural de estos mitos en... no, me parece que no.

La Universidad Autónoma del Estado de México se une así, por ejemplo, al Instituto Politécnico Nacional y a varias universidades españolas en la temeridad irresponsabilidad de dar tribuna y rango de validez a pseudociencias que en muchas ocasiones son peligrosas para la salud pública. Los estudios superiores necesitan en este pais de una enorme inversión, de la facilitación del acceso a un gran sector de la población en la actualidad desheredado, de la apertura a los avances realizados en las universidades del primer mundo, del estímulo para la divulgación de conocimientos al resto de la sociedad. Lo que no necesita es de la corrupción, el nepotismo, el provincianismo, el clasismo, ni mucho menos de la perpetuación de la ignorancia.

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