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lunes, 22 de agosto de 2011

El rostro de la hijoputez

Mira la imagen que viene a continuación, pero bien, mírala bien e intenta retenerla en la memoria, aunque no creo que la olvides:


¿Ya la tienes? Pues ahora mira el siguiente video para que la termines de fijar en la memoria:



Ahora, ahí va todo el book completito de esta basura humana que he podido sacar de la página creada al efecto por usuarios de facebook:




Este post se va a quedar además como solapa en el blog. No sé si llegarán a cerrarme el blog, como podría pasarle a la página de Facebook, así que ya me he hecho copia por si tengo que migrar.

Este post, además, no está abierto a comentarios. Me la sudan vuestros comentarios. A los que les sirve el material seguro que no necesitan hacer ningún comentario para utilizarlo. Está claro que el único fin de este post es que el material permanezca en una web más en la red y no se pierda.

sábado, 20 de noviembre de 2010

El "feisbú" académico

Hace tiempo me creé una cuenta en el Feisbú pensando que sería una herramienta útil para trabajar con una red de investigadores, intercambiándonos información, artículos, e incluso surgiendo de la interacción alguna que otra colaboración. Después de perderme en invitaciones a ser del club de fans de Chuck Norris, agregar a gente que ya veía en la vida real, o que no me importaba su vida lo más mínimo, y de comprobar las condiciones leoninas del servicio, decidí eliminar la cuenta y no perder más el tiempo.

sábado, 14 de agosto de 2010

De grandes hermanos, caralibros y estupidez

Número de identificación personal, número de identificación fiscal, número de teléfono de la oficina, número de móvil, número de sistema de seguridad social, número de tarjeta de crédito, dirección de correo electrónico, edad, estado civil, nacionalidad, colegios en los que se estudió, empresas en las que se trabajó,... Todos estos datos de los cuales se puede extraer sin mucho esfuerzo cierto perfil de uno -lejos de las dificultades peliculeras que se cascan los de Mentes Criminales-, los dejamos a disposición, en su totalidad o en parte, de innumerables instituciones y empresas en nuestra vida diaria: administración, la empresa en la que desearíamos ser explotados, las compras para el cumpleaños de nuestro sobrino,... Y muchos de estos datos los llevamos dejando por ahí incluso antes de la era cibernética.