domingo, 17 de octubre de 2010

La insoportable levedad de las agujas

Hace unos días tuve una interesante discusión con un usuario de Twitter sobre la agujología. Conocí al usuario gracias a la sorprendente información que daba sobre la capacidad de activar genes de las agujitas. @elnocturno ya le había estado pidiendo información de tamaño descubrimiento; pero el gran iniciado se negó a compartir su sabiduría con él al no estar revestido de los títulos de iniciación necesarios para comprender los arcanos científicos que daban fe de las capacidades de la agujología.

Como su humilde servidor ostenta un título de doctor por la Universidad Autónoma de Madrid -eso sí, solo lo ostenta o para ir al váter o para intentar hablar con gilipollas-, el susodicho consideró que era merecedor de ofrecerme unas citas sobre las que esperaba evidencia aplastante del poder de las agujas. La conversación de la que hablo siguió estos caminos:



Como de costumbre, creí que estaba ante otro charlatán esgrimiendo el magnífico e incontestable argumento de "es que no has buscado en los sitios adecuados, la información existe" (y solo la tengo yo, pero es que ahora no la tengo a mano). Todo ello aderezado con un elitismo academicista propio de paleto del siglo XIX (los pobres, que se acercan en su condición más a las bestias, no están preparados para la iniciación). Por aquí, donde vivo, eso de ostentar títulos académicos, como si de títulos nobiliarios se tratasen, para convertirse en todo un opinólogo se estila mucho. Divertido lo de retroceder al caciquismo paleto de hace años.

Pero vamos al lío. En un principio pensé que me iba a citar el último artículo que le colaron a Nature Neuroscience:


En este artículo, básicamente se venía a decir que una lesión -causada por una aguja en este caso, aunque uno puede lesionarse por muchas cosas- produce la liberación de sustancias analgésicas que disminuyen la sensación de dolor. Ya le cayeron suficientes críticas a Nature Neuroscience por ello. La tontería de este artículo vendehumo la tenéis muy bien explicada en el blog El fondo del asunto en esta entrada.

Vamos a examinar entonces las citas misteriosas que tenía a bien ofrecerme el aspirante a agujólogo, aunque bien podía haberme dado aquella mencionada más arriba, de rabiosa actualidad.

El primero es Phil-Dong Moona et al. 2007. Use of Electroacupuncture at ST36 to Inhibit Anaphylactic and Inflammatory Reaction in Mice. Neuroimmunomodulation 14(1): 24-31. Como siempre, es recomendable buscar si la publicación está recogida en el JCR, que, aunque nos pese que incluya en su listado cosas como Journal of Alternative and Complementary Medicine, sigue siendo una referencia de fiabilidad en cuanto a ciencia se refiere. Neuroimmunomodulation sí está, y echando un vistazo a los contenidos del número del artículo en cuestión, no parece sospechosa. Pero, desgraciadamente, no tengo acceso al artículo de ninguna forma, si no es previo pago, y el resumen no me dice nada de los métodos. Por desgracia, esta revista es una de esas de las que piensan que la ciencia es un artículo de lujo o que solo deben tener acceso a ella los iniciados y no la plebe, como nuestro interlocutor. Y las 6 citas que da Google Scholar son autocitas, una tesis doctoral del IPN y una cita de la ultrafiable revista Journal of Alternative and Complementary Medicine. Imposible contrastar información así; si los agujólogos revisan a los agujólogos, es como intentar presentar evidencias del dios cristiano citando el deuteronomio y el evangelio.

Pasemos al siguiente, según el agujólogo "anesth Pañal 2007; 104:646-54". Pues jodidos vamos porque ni Anaesthesia, ni Anesthesia & Analgesia, ni Indian Journal of Anaesthesia, tienen una referencia similar (lo de "Pañal" ya no sé ni lo que es). No sé cuánto de difícil debe ser para este gran sabio dar una cita, la verdad. Yo las mías las tengo en un documento de güor, desde el que simplemente tengo que hacer un copipeig para darlas. Imagino que es por aquello de que los de movidas tradicionales y alternativas no se llevan muy bien con la tecnología por ser cosa del diablo.

Y pasamos a Rupali P. Dhondab et al. 2008. Acupuncture modulates resting state connectivity in default and sensorimotor brain networks. Pain 136(3): 407-418. Aunque la publicación no da posibilidad de verlo sin pago, resulta que en este otro sitio lo tienen colgado. Pain también está recogido en el JCR. Primer error del estudio: considerar como probada la efectividad de la agujología. Esto es algo habitual en estos experimentos, me parece que interesados -nada más hay que ver a qué instituciones pertenecen sus autores-. El experimento está hecho solo con 15 individuos a los que se les aplica lo que en diseño experimental se denomina diseño de bloques aleatorios completos (me gusta más que aleatorizados). Como es algo habitual en los demás artículos, voy a intentar explicarlo de forma amena y entendible -¡Oh, Sagan nuestro, ilumimamé en los caminos de la divulgación!-.

Cuando se prepara un experimento estándar en ciencias de la vida, uno intenta comparar entre dos grupos si algo tiene efecto o no lo tiene, por ejemplo, la cura de una enfermedad con un medicamento. A un grupo se le administra el medicamento y  al otro, no. Después se mira si el primer grupo se ha curado de la enfermedad y el otro no. Esto es de forma simple y extremista, porque para comprobar si uno se ha curado de una enfermedad hay que conocerla muy bien. Hay que tener en cuenta que hay enfermedades que nuestro sistema inmunitario es capaz de curar por sí solo sin necesidad de medicamento alguno; hay enfermedades de las que algunos se curan sin medicamentos y otros no por cuestiones de particularidades genéticas; y un medicamento puede servir para curar una enfermedad en unos y en otros, no. Pero es que además, cuando no estamos hablando de curar enfermedades, sino de mejorías o alivios sintomáticos, entra en juego la percepción que tenga el sujeto en estudio de las molestias; es decir, que puede ser que porque a uno le digan que le han metido algo en vena que cura, puede tener la sensación de sentirse mejor o tener menos dolores, aunque el experimentador le haya metido conscientemente lo que se denomina un placebo, algo que no hace mal ni bien. Por eso, estos experimentos añaden un grupo placebo para comparar, complicando el asunto con diseños dobles o triples ciegos para dar mayor robustez a los resultados, y asegurarse de que el efecto observado es efectivamente provocado por el medicamento y no por el ruido generado por todas estas variables.

En vez de tener grupos separados, la estadística dota de una herramienta denominada bloques completos aleatorios, mediante la cual se pueden comparar los efectos de un tratamiento dentro de un solo grupo de experimentación. Normalmente, esto se suele utilizar cuando no queda más cojones. Así de claro. Cuando no tenemos un número suficiente de individuos para dividirlos en varios grupos de experimentación, agarramos y medimos las variables de interés antes de hacerles nada y después de haberlos puteado. Sin embargo, para que los resultados de este tipo de diseño experimental nos den unas conclusiones correctas, debemos cogérnosla con papel de fumar y partir de unas premisas adecuadas. Por ejemplo, sabemos con una aproximación bastante buena cómo funciona un virus y hemos probado un antivírico en cultivos celulares y en ratones, observando la muerte de los virus, qué proteínas de su cápsula destruye o qué proceso celular se inhibe para evitar su reproducción. Así mismo, hemos comprobado las afecciones que provoca en el hígado, los riñones o el sistema nervioso de los ratones. Bien, pues ahora toca probarlo en humanos infectados por el virus, para ver su grado de efectividad. Pero, hay muy pocos voluntarios, solo cinco. Bueno, pues como hemos visto que funciona y cómo funciona a nivel celular y fisiológico en otra especie, y solo nos interesa medir porcentajes de efectividad en humanos y efectos adversos, cogemos a los cinco y les aplicamos a todos el antivírico de marras. Después medimos en todos ellos las tasas de infección y las comparamos con las de antes de aplicarles el antivírico, y hallamos cuánto de significativo es el cambio con las herramientas estadísticas aplicables al diseño de bloques completos aleatorios. Pero, recordemos, ya sabíamos que el medicamento funcionaba y cómo funcionaba en células aisladas y en el organismo de otra especie.

Esto no se puede hacer con algo de lo que desconocemos su funcionamiento. Necesitamos controles y placebos si nos queremos saltar los primeros pasos de experimentación sobre qué es lo que realmente hace algo, y vamos directamente a probar su eficacia en individuos, sin saber qué es lo que hace realmente para tener esa eficacia ¿Por qué? Porque su supuesta eficacia puede ser el resultado de otros numerosos procesos que desconocemos. Sería algo así como decir que si ahora estoy leyendo un libro y mañana sale el Sol, necesariamente la lectura de mi libro ha sido la causante del amanecer. Es simplemente un non sequitur.

Bien, pues el estudio mencionado de Rupali et al. (2008) parte de la premisa de la efectividad de un tratamiento, la agujología, para considerar qué estructuras cerebrales, de función conocida, se activan o se desactivan mediante Resonancia Magnética, además de medir algunos parámetros fisiológicos. En los métodos se describe que para ello se utilizaron 15 seres humanos, a los que se les aplicaron sucesivamente tratamientos de acupuntura, periodos de descanso y acupuntura falsa -su supuesto control-, considerando un diseño de bloques completos aleatorios, similar al descrito antes ¿Qué está mal aquí? Varias cosas. Primero, suponer que la agujología funciona de alguna manera -algo, hasta el momento, no demostrado-; suponer que tienen que ser necesariamente las agujas las que producen cambios en la actividad cerebral. Si de microlesiones estamos hablando, hubiéramos necesitado otro tipo de lesión distinto al ejercido por las agujas para comparar, y demostrar que solo con las agujas especiales se provoca el efecto. Y, por último, relacionar todo esto con los supuestos meridianos y energías Qi es algo, cuando menos, más propio de las novelas más cutres de fantasía que de experimento y conocimiento científicos.

Conclusión final del estudio de Rupali et al. (2008): No se demuestra que la agujología provoque nada por sí sola sobre los procesos de activación/desactivación de zonas cerebrales.

El siguiente artículo también es de la publicación Pain: Sung Tae Koo et al. 2008. Electroacupuncture-induced analgesia in a rat model of ankle sprain pain is mediated by spinal [alpha]-adrenoceptors. Pain 135(1-2): 11-19. Y este se encuentra completo aquí. Este estudio vuelve a caer en el error de diseño de los bloques completos aleatorios. Para demostrar que mediante agujología en ratones con una pata esguinzada se reduce el dolor, se necesitan ratones esguinzados a los que no se les aplica nada para ver qué porcentaje de recuperación es normal sin necesidad de agujitas. Pobres ratones, torturados para una gilipollez.

Conclusión final del estudio de Sung Tae Koo et al. (2008): No se demuestra que las agujitas sean las causantes de manera única de la recuperación de un esguince en ratones.

Yun-Kyoung Yim et al. (2007). Electro-acupuncture at acupoint ST36 reduces inflammation and regulates immune activity in Collagen-Induced Arthritic Mice. Evidence-based Complementary and Alternative Medicine 4: 51-57. Pues mal empezamos con una publicación de agujólogos revisando agujólogos, un artículo repleto de agujólogos coreanos y sin aparecer en el JCR. Para cagarse por las patas abajo el panel de editores. Lo peor de todo es que en la web de eCAM en Oxford Journals dicen que sí aparece en el JCR. O se lo inventan, lo que sería muy grave, o no lo entiendo. Que alguien me explique, por favor, porque estoy pensando enviarle una correo de amor a Oxford Journals, tipo de los que se usan para universidades que acogen eventos de astrología.

Pues, para mear y no echar gota, porque el estudio de Yung-Kyoung Yim et al. (2007) está bien hecho desde el punto de vista de diseño experimental, con sus controles y todo. O al menos eso me parece a mí. Tiene un grupo de ratones a los que no se les hace nada y otro en el que a los ratones se les provoca de la misma forma que a los tratados con electroacupuntura una artritis reumatoide con colágeno-II. Posteriormente se miden las cantidades en sangre de sustancias relacionadas con esta enfermedad crónica, resultando en los ratones sometidos a electroacupuntura niveles inferiores de las mismas en comparación con los controles. Consultando las citas a este artículo en Google Scholar me encuentro con solo artículos de agujólogos orientales. Así que la única pega que puedo ponerle a este artículo es que está hecho solo por agujólogos orientales, en una publicación de dudosa fiabilidad, que no tiene repeticiones hechas por científicos no agujólogos. Y lo último es lo más importante, porque para dar evidencias de algo tan surrealista de energías y meridianos, necesito repeticiones de gente no interesada en el asunto. Además, al estar aparentemente bien hecho el diseño experimental para las conclusiones que dan los autores, no puedo evitar preguntarme por qué no se ha publicado el artículo en, por ejemplo, The Lancet. Es un argumento algo ad hominem, pero no creo en la ética de los agujólogos, es decir, no me creo que hayan hecho el experimento tal y como lo cuentan, ni que hayan obtenido esos resultados. Así de fácil. Cuando científicos no agujólogos repitan el experimento y les den los mismos resultados, me lo terminaré creyendo.

Conclusión final del estudio de Yung-Kyoung Yim et al. (2007): Diseño y conclusiones correctas que indican un efecto directo de la electroacupuntura en aliviar la hinchazón provocada por artritis reumatoide en ratones. Credibilidad de la realidad del experimento bajo mínimos por estar publicado en revista de poca fiabilidad y realizado por actores interesados en el asunto.

Pensando que yo también soy un paleto patriotero que cree que la Ciencia tiene algo que ver con lo nacional, me ofrece muy ufano la siguiente revisión: Garrido, B. et al. 2007. Modelos animales de dolor y electroacupuntura. Revista de la Sociedad Española del Dolor 14(4): 296-306. El que sean los autores y la publicación de donde nací, me la suda. Me importa el contenido -aunque, ya he dicho que con los chinorris en el asunto de medicinas alternativas, sí tengo prejuicios, creo que sobradamente fundados-. La revista no viene recogida en el JCR, y la asociación a la que pertenece puede tener muy buenas intenciones, su panel no es sospechoso y puede aportar cosas interesantes, pero tiene que asumir que sus artículos no pueden ser calificados inmediatamente de fiables. Además, el artículo referenciado es una revisión de otros artículos, y mala, muy mala. En una revisión no basta con enumerar los hallazgos de otros, sino que hay que recogerlos de una manera global y sacar unas conclusiones que emerjan de ellos que hagan teoría científica. Y como no me apetece perder el tiempo con una revisión tan mala, leyéndome e indagando todos los artículos que cita, se lo dejo a quien tenga más tiempo. Que me den cosas contundentes, no pérdidas de tiempo; tiempo que puedo emplear en hacer cosas más importantes, como investigar de verdad. Además, no aparece por ningún lado el proceso de publicación de los artículos de la revista, ni si se revisan, ni si los revisan los coleguitas o revisores realmente imparciales.

El siguiente artículo es Roy Moncayo et al. 2007. 3D-MRI rendering of the anatomical structures related to acupuncture points of the Dai mai, Yin qiao mai and Yang qiao mai meridians within the context of the WOMED concept of lateral tension: implications for musculoskeletal disease. BMC Musculoskeletal Disorders 8:33. Otro de observaciones en Resonancia Magnética. Y, como ya me estoy hartando de tanta mierda, solo diré que el artículo se refiere a 1 solo paciente. A tomar por culo, no sirve de nada; solo para que jugaran un ratito unos cretinos con un aparatito y me hicieran perder el tiempo a mí.

Y aquí se termina, porque aún estoy esperando que me dé bien la cita de otro artículo de Nature que según la escribió no existe.

Varias consideraciones finales. Primero, que la agujología basa su supuesta validez en unas energías de las que nunca nadie ha visto manifestación, ni nadie ha podido registrar en un aparato. Aún así, uno puede someter esta pseudoterapia al implacable método científico para corroborar o rechazar la hipótesis de su efectividad. Así parece que lo han intentado hacer algunos, con resultados fruto de un mal diseño experimental cuyas conclusiones no se siguen de ellos, o con un único resultado no definitivo y de una fiabilidad poco evidente. Mientras, los charlatanes de toda la vida se dedican a promulgar a los cuatro vientos la efectividad de estas pseudoterapias, comprometiendo la salud de los incautos y desprestigiando a instituciones como el IPN al darles un púlpito desde el que tener una relevancia que no les corresponde. Por otro lado, es lamentable que a estas alturas del siglo XXI aún se considere el acceso a la formación y educación un privilegio vedado solo a unos pocos, los cuales se creen con el derecho de negar la información a lo que ellos consideran inferiores. La Ciencia es un Patrimonio de la Humanidad y no debiera ser propiedad privada ni de élites, ni de publicaciones. Ocultar hallazgos científicos es propio de quien en realidad sabe que no existen, o de quien cree haber alcanzado un grado divino de supremacía sobre los demás. Burguesía de pueblo esto último pura y dura, que nada tiene que ver en realidad con la investigación científica.

Aunque cualquier hipótesis puede ser interesante para estudiar, a la luz de varios siglos de adelantos reales de la medicina real y de la ciencia que la alimenta, preferiría que los investigadores dejaran de perder su tiempo en supersticiones del pasado y se dedicaran a contrastar hipótesis con una mayor probabilidad de ser ciertas. Las enfermedades corren más rápido que la investigación y es de una falta de ética aterradora el dedicar esfuerzos a juegos que no llevan a ningún lado; que ya está más que demostrado que no llevan a ningún lado.

Y por último, y por todo ello, puedo calificar a mi interlocutor, @oh_WILL_oh_WILL, no como incauto ignorante, sino como auténtico sinvergüenza charlatán. A pesar de la falta de evidencia de la utilidad de una pseudoterapia y de sus peligros reales para la salud, se permite el lujo de utilizar su supuesto título de médico para seguir vendiendo este embuste con un rango de autoridad, sin importarle para nada el posible sufrimiento que pueda ocasionar en los demás. Realmente no sé si es el dinero o su ego lo que le impele a cometer esta atrocidad. Independientemente de lo que sea, será culpable de que alguien no siga una terapia de eficacia probada y muera, y esto debiera estipularse de una vez por todas como delito contra la salud pública.

Y la conclusión final de la cucaracha es que piensa que no merecía la pena haber dedicado tanto tiempo a esta basura ¿O sí?

2 comentarios:

  1. Pues eso, si uno tiene dolor son mejores las agujas con algun analgésico.

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  2. "Es lamentable que a estas alturas del siglo XXI aún se considere el acceso a la formación y educación un privilegio vedado solo a unos pocos, los cuales se creen con el derecho de negar la información a lo que ellos consideran inferiores." Gran cita hermano, qué bueno que te animaste a exponer a este charlatán

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