Hace tiempo que me viene picando la curiosidad de saber si realmente hay pruebas de la supuesta relación entre el frío y las enfermedades respiratorias. Más cuando, llegando estas fechas, los colegios en los que ha estado mi hija entran en pánico con cualquier tos o moco que presenten los niños.
En principio, yo pensaba que sí podía haber una relación causal, al menos posible, por la reducción de los recursos del cuerpo destinados a las defensas y un aumento de estos hacia el mantenimiento de la temperatura. Así pues, encontré una revisión bastante reciente sobre el asunto: Mourtzoukou, E.G. y Falagas, E.M. 2007. Exposure to cold and respiratory tract infections. The International Journal of Tuberculosis and Lung Disease 11 (9): 938-943. La revisión está hecha a partir de artículos referentes a humanos en la base de datos PubMed. La mayor parte de la evidencia proviene de datos clínicos, es decir, del aumento o disminución de casos de enfermedades respiratorias con la temperatura, los cuales arrojan un resultado positivo. Sin embargo, no olvidemos que esto son puras correlaciones, no causalidad. Los estudios que hacen referencia a alguna relación directa que recoge la revisión no muestran nada concluyente, ni siquiera con una supuesta disminución de las defensas.
Muy probablemente, sí que hay un aumento de riesgo de infección en personas vulnerables, tales como niños, ancianos o personas con el sistema inmunológico defectuoso. Por ello las medidas de prevención son necesarias para evitar epidemias que puedan llevar a complicaciones en este sector de la población. Sin embargo, hay que tener en cuenta que una tos o un moqueo, o un estornudo aislados, son síntomas de vaya usted a saber qué, y no tienen que ser necesariamente causados por un resfriado, catarro o gripe. Así que, maestros, por favor, no se histericen. También recuerden que seguramente no les dan una baja por un resfriado, así que no tengan jeta y no prohiban a los alumnos la entrada por lo mismo.
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