Aquí os dejo la tercera entrega de esta serie de documentales. Esta vez, sobre las supuestas influencias malignas de las radiaciones de antenas de telefonía y microondas. El capítulo habla por sí solo; sobre todo el hecho de que los agoreros apocalípticos no hayan querido participar en él -y eso que hasta ahora ya me he quejado de los paños calientes con los que se trata a los charlatanes-. Solo decir que el médico que exigió que no se editara su aparición parece que desconoce los más primitivos rudimentos del método científico: ¿Que no hay ningún estudio que demuestre que no hay efectos negativos sobre la salud de las radiaciones de las antenas de telefonía? Ni niguno que demuestre que no existen elefantes rosas voladores, no te jode.
Perdón, otra cosa que me gustaría añadir antes. Como con la homeopatía, la supuesta influencia de las radiaciones de las antenas de telefonía móvil, no necesitan de ningún estudio clínico: contradicen lo que hasta el momento sabemos de cómo funciona el mundo a nivel físico, químico y biológico. Si se cumpliese alguno de los supuestos de alguna de estas dos soplapolleces, estaríamos viviendo en otro Universo distinto al que creíamos, con leyes muy distintas -como que el número de Avogadro no sería 6.023 x 1023 , o que los electrones de las moléculas de las membranas celulares de nuestras células se excitarían con la luz verde-.
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