Este capítulo está incluso mejor que el de la homeopatía. En él ha desaparecido toda posibilidad de que ninguna de las chorradas habituales de los vendehumo quede (otra vez) imprimida en el recuerdo del espectador.
Por cierto, si existiese una crema que me modificase el ADN, me acojonaría bastante, de verdad, casi como una bomba atómica.
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