jueves, 9 de junio de 2011

Los lobos no tienen un propósito


P. [...] ¿tienen los animales moral?

R. Sí. No hay razón para pensar que no.



Charles Darwin ya había establecido en el siglo XIX que nuestra presencia en este mundo no tenía ningún propósito, sino una causa, un porqué, no un "para qué". La teoría evolutiva darwinista mediante selección natural posibilita que exista una variabilidad dentro de la vida sin que haya un propósito para ello. Quizá es una de las dimensiones de la teoría que más le cuesta al ser humano entender, porque nuestro sistema nervioso ha evolucionado de tal manera que nos obliga continuamente a prever las consecuencias de nuestras acciones, y por tanto a actuar dirigiéndolas con un propósito.

Más tarde, en el siglo XX, los padres de la etología, Konrad Lorenz y Nikolaas Tinbergen, establecieron las bases para el estudio del comportamiento animal. Entre ellas quedó perfectamente asentado que la investigación debía estar limpia de cualquier interpretación teleológica y antropomórfica, más cuando se hablaba de evolución del comportamiento. Interpretar que la acción de un animal le servía "para obtener comida", "para obtener una pareja" o "para escapar de un depredador" supone que el animal proyecta conscientemente el resultado de "buscar", "exhibirse" o "esconderse", lo cual, por el momento, es imposible de probar, y es bastante improbable que sea cierto.

Rana que "ha evolucionado para no ser vista"
Pongamos un ejemplo anatómico. Lo dicho anteriormente sobre actividades podríamos trasladarlo a los colores crípticos que ciertas especies presentan y que las hace menos visibles a sus posibles depredadores ¿Diríamos que dichos colores "sirven para ocultarse y no ser devorado"? El lenguaje juega malas pasadas demasiado a menudo. Si considerásemos esa afirmación estaríamos suponiendo un plan evolutivo que dirigiese la evolución de una especie hacia la obtención de colores crípticos. Pero la evolución no funciona según un plan; solo selecciona los caracteres que facilitan la supervivencia y la reproducción. De hecho, existen en la naturaleza multitud de ejemplos de caracteres que no sirven para nada, pero que, como están en un organismo cuyo resto de caracteres, hacen que sea exitoso se perpetúan en las siguientes generaciones. Uno de los numerosos ejemplos en nuestra especie es el apéndice.

Los comportamientos, como cualquier carácter de un ser vivo, están sujetos a la selección natural. Y, como cualquier carácter, existen muchos comportamientos de los que la especie no obtiene ningún beneficio, que "no sirven para nada", y que son solo el resultado de la inercia evolutiva.

¡Joder! ¡Qué estrés!
La moral supone una previsión de los efectos de una acción. Y no solo eso, sino también una valoración consciente en términos de coste-beneficio, ya sean materiales o aparentemente inmateriales. No existe ninguna evidencia de que ningún animal no humano sea capaz de prever las consecuencias de una acción ni de hacer una valoración de ello, ni del coste-beneficio material, ni mucho menos del inmaterial. El patrón de comportamiento de un determinado animal puede parecernos más o menos complejo, más o menos parecido a algún comportamiento humano, pero no existe evidencia alguna de que el animal lo haga "para algo". El cuidado aparentemente casi abnegado de una hembra de cualquier especie de pájaro hacia sus polluelos podríamos verlo como un gesto de profundo amor de una madre hacia sus crias "porque es moralmente bueno cuidar a tus hijos y no matarlos de hambre". Pero la realidad es muy diferente. El chillido de los polluelos, unido a la coloración roja del interior de sus picos, desencadena una serie de reacciones fisiológicas en la hembra que la conducen a casi literalmente dejarse la vida yendo y viniendo con alimento. Mientras, las crias luchan denodadamente entre ellas por conseguir la mayor cantidad de alimento o el de mejor calidad, llegando al punto de ser capaces de asesinar a sus hermanos arrojándolos del nido, algo que consideraríamos inmoral.

He elegido el ejemplo de las aves para explicar la ausencia de propósito en los comportamientos de los animales no humanos porque es muy ilustrativo. Los mamíferos sociales presentan pautas de comportamiento más complejas y, en muchas ocasiones, nos es difícil no vernos a nosotros mismos en ellos. Y es que, para echar más leña al fuego, nosotros, como resultado del mismo proceso evolutivo. Conservamos muchas pautas de comportamiento que no realizamos de forma consciente ni previsora, y que compartimos con otros animales que provienen del mismo ancestro que nosotros. Sí, muchos de nuestros comportamientos son fruto de un determinismo biológico, aunque nos pese.

Todo esto es un resumen muy somero sobre el estudio del comportamiento animal... el hermoso y apasionante estudio del comportamiento animal sin necesidad de decorarlo con emociones o sentimientos humanos. Mark Rowlands se quedó maravillado por su convivencia con un lobo. Los lobos son aún un misterio en etología; muchas de sus actividades y la versatilidad de los mismos son foco de atención de los etólogos actualmente. Son animales gregarios, que no sociales, que presentan muchos de los comportamientos que observamos hoy en nuestros perros -y vamos a ahorrarnos los cambios en las pautas de comportamiento cuando un animal se desarrolla en cautividad, como es el caso-. El lobo de Mark se comportaba de forma paternalista con sus hijos muy seguramente por la presencia de Mark, el jefe de la manada, ante otros dos miembros protegidos por él. El lobo está preparado para favorecer la manada, la fuente de alimento y protección; el lobo no se comportaba "bien" con Mark y sus hijos por el "cariño", el "amor" o la "nobleza" hacia ellos, sino porque ese comportamiento ha sido seleccionado evolutivamente al sobrevivir y reproducirse los ancestros del lobo que lo presentaban mejor que sus congéneres. Fue más exitoso comportarse adecuadamente en una manada que no hacerlo.

Mezclar moral y ciencia produce monstruos -salvo cuando hablamos de las prácticas de los investigadores-. La aplicación de los principios de la teoría evolutiva darwiniana condujo a atrocidades tales como la eugenesia y el nacionalsocialismo. Bertrand Russel describía de forma genial en su obra La perspectiva científica una hipotética sociedad regida por principios científicos, un paisaje aterrador de seres humanos desposeídos a la fuerza del resto de la variedad de sus caracteres obtenidos también evolutivamente, pero que nos hace, digamos, "más libres" en nuestros comportamientos que el resto de los animales. Decir que los animales no humanos son morales nos puede llevar a conclusiones tan horribles como que la matanza selectiva de niños es "bueno". Y eso existe en algunas sociedades actuales, disfrazado de un modo u otro, conllevando ciertos beneficios poblacionales [1], pero sin que sus integrantes se planteen la funcionalidad de ese comportamiento conscientemente. Es asombroso, como dije antes, lo poco que nos separa del resto de los animales en multitud de ocasiones. Para lo bueno y para lo malo.

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[1] Por desgracia no he podido encontrar un pdf de este estudio alucinante y que da miedo de lo que somos: Schiefenhovel, W. (1989). Reproduction and sex-ratio manipulation through preferential female infanticide among the Eipo, in the Highlands of West New Guinea. The Sociobiology of Sexual and Reproductive Strategies. Rasa, A.E., C. Vogel and E. Voland. London, Chapman and Hall: 170-193.

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