¿Luteranos o calvinistas?

Encontrábame hace unos días en amena conversación en el local de un compatriota. El viento pachuqueño ponía la banda sonora a nuestras carcajadas, recuerdos y añoranzas. Él, beato católico del sur de España; yo, ateo irredento mesetario.

Hace su aparición en el local matrimonio pachuqueño de baja alcurnia con aires de alta junto a su hija, tierna quinceañera que ya va enterándose de que tiene atributos deseables. A pesar de que mi buen amigo compatriota siempre ofrece lo mejor de sí en la atención al cliente y reparte humor y amabilidad, los pachuqueños se despachan, como siempre, con su inigualable desprecio... pero... ¡Un momento!... ¡Qué ven mis ojos!... ¡Oh, campos de soledad, mustios collados!... ¿Quién es ese español tan apuesto que comparte mesa con este español al que se ve de clase inferior? Ya me venía el olor a bacalao en remojo desde la entrepierna de la adolescente. Vamos a hablar con este, que se ve que es de posibles.

Después de unos cuantos primero dios y si dios quiere, vino un los hijos son una bendición de dios. Al que suscribe se le terminó la tolerancia hacia otras opiniones y al clasismo paleto tan de por aquí, y decidió declarar su ateísmo ¡Sorpresa! La transcripción de la conversación desde entonces fue más o menos así:

Pachuqueña Malfollá: Pues nosotros es que somos cristianos.

Ateo Cabrón: ¡Ah! Ya. Pero eso de cristianos, según tengo entendido, se les llama aquí a todos aquellos que siendo creyentes del cristianismo no son católicos ¿Qué religión es exactamente la vuestra?¿Testigos, baptistas, evangélicos...?

PM: No, pueeeees cristianos.

AC: ... Ya (vuelve a repetir lo anterior)

Marido Acojonado: Protestantes.

AC: ¡Ah! Vaya, me sorprende encontrar una comunidad protestante aquí. Nunca lo hubiera imaginado ¿Y sois luteranos o calvinistas? (Acabo de ver que hay más tendencias y no sabía que los metodistas, por ejemplo, eran protestantes).

MA: De esos, de esos.

AC: ... Err... Estoooo... ¿pero de cual de los dos?

MA: De los primeros que has dicho.

AC: (Con estupor) Ah, vale, luteranos.

PM: Pero Dios está en todas las cosas...

AC: Yo no lo he visto en ninguna parte. Si yo te dijera que tengo un aluxe en mi casa, me pedirías que te diese alguna prueba, ¿no?

Aquí, la boca de la pachuqueña empieza a esbozar la sonrisa forzada de la típica hipocresía cabreada también pachuqueña.

PM: Pero, ¿has leído la Biblia?

AC: Desde el Pentateuco, pasando por Profetas, Evangelios, hasta las Cartas.

Silencio incómodo para los pachuqueños, desternillante para mí.

PM: Pero Dios se ve en que somos perfectos...

AC: ¡Uy! Estamos a kilómetros de ser perfectos; nuestros ojos solo captan una estrecha y mediocre banda del espectro -por ejemplo, las abejas y otros insectos captan ultravioleta-; tenemos un apéndice en las tripas que no sirve para nada más que infectarse; el centro de gravedad de nuestro cuerpo está desplazado de nuestras rodillas, lo cual nos provoca numerosas lesiones y dolencias; y así.

El silencio se hace más denso y se prepara el último cartucho.

PM: ¿Has ido alguna vez al culto?

AC: A ver, supongo que hablas del rito religioso que no es la misa católica. En mi país fui una vez a uno de una iglesia evangélica ¿Y? No es algo que me interese mucho.

Compatriota temiendo la pérdida de clientes: Eso es porque tiene miedo de que le convenzan.

AC: No, no. No me interesa, en principio, por respeto a las personas que van al culto. Consideraría una falta de respeto ir allí a verlo como un espectáculo. También, no me interesa, porque en los sitios en los que está prohibido disentir, criticar, dudar, contraargumentar, no tengo nada que hacer ¿O en vuestro culto sí podría? Porque yo, encantado.

Se le van a saltar los músculos faciales de lo que se está esforzando en que le lleguen las comisuras de los labios a los ojos en la sonrisa pachuqueña.

A partir de ahí todo fueron Sí, ¿verdad?, Yaaaaa y demás conversación habitual pachuqueña.

Fue divertido, y mi paisano no dejó de hablarme, aunque le prometí que intentaría no espantarle a la clientela.